domingo, 31 de enero de 2010

Algunos otros viajes en el tiempo

Como dije al final de la anterior entrada, la otra forma que se imaginan los guionistas de las películas/series de ciencia ficción para viajar en el tiempo que no requiera una máquina especial es el boquete. Por boquete entiendo cualquier lugar (normalmente parece un agujero) en el que se meten los protagonistas y que los transporta a través del tiempo. Esta vez, pondré tres ejemplos.




El primero de ellos es el caso de John Sheppard en el episodio número 20 de la 4ª temporada de Stargate Atlantis. Como ya ocurriera antes en Stargate SG1 (la anterior serie de la franquicia), la escusa es que el agujero del Stargate atravesó una tormenta solar salida de una estrella que se encontraba en su camino, lo que hizo que se curvase alrededor de la misma, transportando al viajero 500000 años al futuro. Así, John se encuentra con Atlantis en mitad de un desierto en vez de en un océano, donde se encontraba la última vez que él estuvo allí. Este caso, además, sirve de puente entre la entrada anterior y esta, ya que para regresar a su tiempo entra en un estado de animación suspendida (en la que su envejecimiento no se paraliza, sino que se ralentiza) hasta que tiene oportunidad de crear un agujero a través de otra tormenta que le devuelve, como no podía ser menos, al momento exacto de su desaparición.


Otros que se han apuntado a la moda del agujero transportador son el señor Spock y los demás personajes de Star Trek. En la última película, Star Trek: El futuro comienza, Spock, el capitán Nero y su tripulación son absorbidos por una singularidad recién creada (obviemos el hecho de que se toman el término agujero negro en el sentido literal) que transporta a ambos al pasado. Ahora bien, este agujero no solo funciona únicamente en un sentido, además funciona de una forma diferente según entres desde un lado o desde otro. Así, Nero y los suyos aparecen en la fecha estelar 2233 en las narices del USS Kelvin, nave en la que está a punto de nacer Kirk. Por su parte, Spock aparece en otro punto de la galaxia y 25 años después. Aunque de alguna forma Nero sea capaz de calcular las coordenadas y el lugar de aparición de Spock, a mí no se me ocurre cual puede ser el funcionamiento de ese agujero.



El último caso en el que me voy a detener es el del remake de El planeta de los simios. En esa versión aparece una tormenta espacial (sea lo que sea eso) a la que, por algún motivo, los guionistas deciden empezar a arrojar cosas. Esta nave tiene unas propiedades curiosas, sin duda. El primero en perderse en ella es, como no, un chimpancé, que será seguido por nuestro intrépido protagonista y este a su vez por toda la tripulación de la nave. Pues bien, los dos primeros viajan al futuro, mientras que los desgraciados de la nave se estrellan en un planeta desconocido en el que los simios que llevan se sienten motivados para tomar el control. El astronauta viaja varios miles de años al futuro, y el chimpancé, por su parte, aparece varios miles de años y unos cuantos días más tarde, por lo que parece que esa nube vomita las cosas que se traga en el orden inverso al que los recibe.


Para este tipo de viajes, será Taylor, el protagonista de la (infinitamente superior, por otra parte) versión original de la película, el que nos muestre el inconveniente que tienen:



sábado, 30 de enero de 2010

Algunos viajes en el tiempo

Como el título indica, en esta entrada pretendo hablar de algunos de los muchos viajes en el tiempo que han tenido lugar a lo largo de la historia de la ciencia ficción. Además, en la medida de lo posible, procuraré que no se parezcan a los mencionados en clase.


En primer lugar, conviene aclarar que entenderé cualquier proceso que te transporte, de una forma u otra, a un instante de tiempo lo bastante alejado de aquel en el que deberías estar, evidentemente sin necesidad de envejecer considerablemente.


El primer tipo que analizaré es el estático. Como se dijo en clase, cualquier tipo de viaje estático que vaya hacia atrás en el tiempo es absurdo, ya que cualquiera que fuera el dispositivo empleado, chocaría consigo mismo. De esta forma, este viaje queda restringido a ir hacia el futuro.


Las formas más sencillas de hacerlo es, como seguramente alguno habrá pensado, son la criogenización o la animación suspendida. Esta técnica consiste en hacer hibernar al viajero durante el tiempo requerido, de forma que su envejecimiento, o bien se retrasa considerablemente (como ocurre en Stargate: Atlantis, por ejemplo) o se paraliza totalmente (es el caso de Fry en Futurama, que permanece congelado durante mil años).



Además de imaginárselo como una congelación (como ocurre, además de en las ya citadas Stargate y Futurama, en Eternamente joven o Demolition man, por ejemplo), la ciencia ficción también ha encerrado a personas en carbonita, como le pasa a Han solo en el episodio V de Star Wars (atrapado para ser entregado a Jabba el Hutt, fue despertado un año después por Leia Organa), o directamente ha paralizado su envejecimiento con algún tipo de pócima, como sucede al final de Army of Darkness, la tercera parte de la trilogía Evil dead de Sam Raimi. En este último caso, aunque en el final estadounidense de la película salga bien, en el final emitido en el Reino Unido se ve una de las mayores pegas de este tipo de viaje: Ash despierta más tarde de lo que esperaba.


Así queda patente el gran problema de este método, solo tiene un sentido y si te pasas de vueltas, no hay remedio. En la próxima entrada analizaré otro método que aparece en muchas ocasiones: El boquete.

viernes, 29 de enero de 2010

Va de planetas la cosa: Repulsa III

Los bargons eran una raza con dos unidades de medida diferentes para la longitud. Para ellos, las cosas podían ser pies (la medida del pie de un bargon de 75 centímetros de altura) o metros (la distancia de zancada de una avestruz repulsiana corriendo a toda velocidad). La primera unidad era más utilizada por los tradicionalistas, mientras que los científicos modernos empleaban los metros. El problema aparecía cuando un científico planeaba la distancia que recorrería la nave en metros y el siguiente calculaba el combustible que necesitarían para recorrer esa cantidad de pies. Antes de que ninguno de los tres se diera cuenta, ya no tenían combustible suficiente para volver. Esta vez fue Dros quien llamó.


-Hofftown, creo que tenemos un problema.


-¿De qué se trata Explorador?


-Nos hemos quedado sin combustible bastante antes de lo previsto, no podemos volver.


Como suele ocurrir en casos parecidos, los especialistas encargados del combustible se reunieron para buscar una solución al problema, y como suele ocurrir también, acabaron echándose las culpas los unos a los otros. Después de varias horas de comunicaciones tratando de solucionar el problema, nadie se esperaba la transmisión que llegó.


-Hofftown, no os vais a creer esto.


-¿Qué ocurre, Explorador?


-Hemos encontrado otra esfera.


Cuando los ocupantes de la sala de control recuperaron el habla, comenzaron a hacer preguntas. La cápsula había quedado intacta, ya que la repulsión que había ejercido el suelo contra ella junto con la fuerza de los motores había amortiguado la caída enormemente. En cuanto la tripulación hubo verificado que era posible salir al exterior (con su traje y su escafandra, por supuesto), Chinchetor y Pulgazar salieron a explorar, mientras que Dros se quedó dentro. Su sorpresa fue mayúscula cuando encontraron unas criaturas cuadrúpedas y con caparazón, que se movían de forma lenta y que no parecían demasiado amenazadoras.


Irónicamente, el fracaso de la primera expedición bargon más allá de su mundo fue uno de los mayores triunfos de la civilización, que, tras rescatar a los tres aventureros que se ganaron un puesto en la historia, procedió a estudiar aquellos extraños organismos que terminaron por llamar tortugas. Al parecer, en la superficie de esa segunda esfera había prosperado, de alguna forma, todo un ecosistema nocturno y que podía tolerar una concentración de oxígeno en el aire mucho menor.


Con el tiempo, los bargons llegaron a terraformar la segunda esfera y establecieron en ella nuevas colonias, empleando el nuevo espacio del que disponían. E, incluso, llegaron a descubrir una tercera esfera más allá de la segunda, en la que, extrañamente, también encontraron tortugas.



Aunque los bargons nunca llegaron a saberlo, la triste realidad es que había esferas y tortugas hasta el fondo.

jueves, 28 de enero de 2010

Va de planetas la cosa: Repulsa II

Los bargons jamás han conocido otras estrellas u otros planetas que no fuesen los suyos, pues han estado siempre recluidos en el interior de Repulsa. Sin embargo, esta circunstancia podría estar a punto de cambiar…



En la Cámara de Descompresión, todos tenían mucho que hacer. Aquel era el gran día, el día en el que sería enviada la primera expedición a más allá de la esfera. La cámara estaba situada a 2 kilómetros de la superficie interior, muy cerca del límite de la superficie exterior (la corteza del planeta tan solo tenía 2 kilómetros y medio de espesor).


En su interior se hallaba la más ambiciosa obra de la ingeniería bargoniana: Se trataba de un cilindro metálico de unos 15 metros de altura. Estaba sujeto sobre una plataforma que, en el momento del lanzamiento, se abriría, dejando caer la cápsula al vacío, lo que impulsaría esta hacia el exterior del planeta. Para su regreso, iba equipada con gran cantidad de combustible, pues la aceleración que debía vencer para volver a entrar al planeta era importante. Además, había que estar preparados, ya que la maniobra de reentrada tenía que hacerse a través de la misma apertura utilizada para salir.


A pesar de lo difícil que resultaba reconocer a alguien (todos los que entraban en la Cámara de Descompresión debían llevar trajes aislantes y escafandra, ya que estando tan cerca del vacío la temperatura era baja y el nivel de oxígeno aún más bajo), todos se dieron cuenta al instante cuando entraron. Eran los héroes del momento, tres bargons que estaban dispuestos a arriesgar sus vidas en pos del conocimiento: Chinchetor, Pulgazar y Dros.


Apenas llegaron, fueron acomodados en la cabina del Explorador 1 (los bargons no eran demasiado originales para los nombres). Una vez se hubo verificado que todo estaba en orden, y tras desear suerte a los aventureros, todo el mundo abandonó la cámara y comenzó la cuenta atrás.


5…

4…

3…

2…

1…


Las esclusas bajo la cápsula fueron abiertas y el aire de la cámara de descompresión salió inmediatamente al vacío, arrastrando, con ayuda de la repulsión gravitatoria, al Explorador.



A pesar de que había tratado de imaginárselo cientos de veces, Chinchetor no estaba preparado para lo que contemplaba. Más allá de la esfera, habían alcanzado un espacio vacío desprovisto de luz. Daba igual la dirección en la que se mirase, no se divisaba nada.


-Hofftown, Explorador 1 llamando, ¿nos reciben?


-Alto y claro, Explorador, ¿qué es lo que veis?


-Pues… nada. No hay ningún cuerpo que emita luz, ¿continuamos avanzando?


-Continuad con el plan previsto e informadnos si hay alguna anomalía.


Continuar con el plan previsto, desde luego que se tomaban las sorpresas con resignación. Con un gesto indicó a Pulgazar que conectase los motores de la nave. El “plan previsto” era aventurarse hasta una distancia de hasta 50 kilómetros, y después regresar al planeta con lo que hubiesen observado. Sin embargo, ninguno contaba con el error en el cambio de unidades.

miércoles, 20 de enero de 2010

Va de planetas la cosa: Repulsa

Bueno, pues este es el planeta que me inventé yo para mi relato, Repulsa. El tema que me tocó era “¿y si el mundo fuese al revés?”. Tras varias versiones del relato, decidí hacerlo al revés en el sentido literal. Espero que os guste.

Al fondo y a la izquierda del Universo se encuentra una región en la que, por algún capricho del destino, la masa tiene un valor imaginario. Además de otras curiosas consecuencias (en los límites con la región “normal” del Universo, las masas son complejas, lo que hace posibles cosas tan extravagantes como los saltos a través del hiperespacio), esto ha producido que entre las masas de ese lugar la interacción gravitatoria sea repulsiva en lugar de atractiva.

Esta circunstancia ha permitido la formación de Repulsa, un planeta como no se ha visto otro jamás. Al contrario que la mayoría de cuerpos celestes, Repulsa está hueco, y es esta curiosa circunstancia la que ha permitido que se desarrolle vida sobre su superficie. En su centro se halla una pequeña estrella que, para mantenerse estable, ha de implosionar sobre sí misma constantemente, pues de lo contrario su gravedad la disgregaría. Esta estrella ejerce una fuerza de repulsión sobre todos los cuerpos que se encuentran en el interior de la corteza esférica que es este planeta, de modo que es posible caminar por la cara interior. El planeta, además, experimenta una rotación alrededor de un eje que pasa por su centro, lo que ha dado lugar a una fuerza centrípeta que proporciona estabilidad a la esfera, pues de otro modo esta se disgregaría. Hay también un anillo alrededor de la estrella que gira alrededor de un eje perpendicular al de rotación del planeta, lo que da lugar a un ciclo día-noche.

Curiosamente, la combinación de las dos fuerzas que actúan sobre la superficie del planeta ha dado lugar a una aceleración hacia el exterior de la esfera cuyo módulo es 1,5 el de la atracción gravitatoria terrestre. Esta circunstancia ha permitido la formación de una atmósfera sobre la cara interior del planeta que está compuesta en su mayor parte por oxígeno y nitrógeno, lo que evita que las radiaciones más nocivas que expulsa la estrella no alcancen la corteza, además de dar un aspecto bonito al cielo-interior del planeta. También ha dado lugar a las montañas más extrañas del universo, pues no son sino enormes agujeros en el suelo, ya que la cima de la montaña siempre se dirige a la zona de menor energía potencial. Sin embargo, los habitantes de Repulsa no saben que son montañas, ya que ellos las perciben como agujeros llenos de agua a los que llaman “lagos”. ¡Porque sí, en Repulsa hay vida!

La fauna terrestre está compuesta por animales de lo más variopinto, si bien comparten algunas características comunes producidas por las curiosas circunstancias en las que han tenido que desarrollarse, como la pequeña altura de todos ellos (apenas existen criaturas que alcancen el metro y medio de altura). La vida acuática del planeta, por otra parte, ha evolucionado de una forma similar a la del resto de planetas con formas de vida basadas en el carbono, si bien las ballenas repulsianas (también hay ballenas en Repulsa), que tanto asustan a los bargons, palidecerían ante la inmensidad de una ballena terrestre. Son los bargons la raza que captará el interés del observador despierto, pues son la especie dominante del planeta.

Se trata de organismos parecidos a los humanos de la Tierra, aunque con dos grandes diferencias: Son mucho más bajos (los más altos entre ellos llegan a 1 metro de altura) y mucho más anchos (se han dado casos extremos de bargons cuyo diámetro era de 80 centímetros). Esta especie es mucho más alegre y optimista que los depresivos humanos, tal vez porque son conscientes de su enorme parecido con los simpáticos enanos de la mitología terrestre, o porque la concentración de oxígeno en su atmósfera es un 4% más alta que en la Tierra.

lunes, 18 de enero de 2010

Va de planetas la cosa: Alderaan



Seguramente, Alderaan fuese un hermoso planeta antes de que la Estrella de la Muerte lo volatilizase. Dado que George Lucas nunca nos lo mostró en la serie original, tendré que fiarme de su palabra al decirlo.


El tema de esta entrada me vino a la mente mientras hablábamos en clase de la energía para destruir un planeta poniendo como ejemplo este mismo. Cuando la idea de hacer una entrada acerca de la destrucción del planeta se mezcló con el recuerdo de Blue Harvest, de ahí no podía salir nada bueno. Desde luego, a los guionistas de Padre de Familia no podía pasárseles por alto una de las escenas que dudo que nadie haya conseguido explicar: ¿Qué demonios hacen dos tipos en el lugar por el que pasa el láser destruye-planetas? Cuando Adam West destruye Alderaan, esos dos elementos se ponen a hablar acerca de lo necesaria que parece una barandilla en ese sitio, podrían caerse (el Imperio no se la quiere poner, estarían todo el día apoyados sin trabajar). ¿Basta solo con una barandilla para protegerles?



Como se aprecia en el vídeo, la estrella de la muerte dispara ocho rayos que se juntan para dar lugar a uno que parece más poderoso (al menos impone más), así que asumiré que cada uno de los rayos pequeños tiene la octava parte de la energía necesaria para borrar a esos asquerosos rebeldes del mapa. Como se vio en clase, la energía necesaria para destruir un planeta es la misma que para formarlo, es decir, E=GM2/R. Dado que el enlace dice que Alderaan es de tipo terrestre y me da su radio, supondré que su densidad media es la misma que la de la Tierra (dTierra) para expresarla como M=dTierra·4(pi)/3·R3. Con todo esto, paso a calcular la energía en cuestión:


E=GdTierra2·16(pi)2/9·R5=5,5·1024 J



Ahora, dividiendo entre ocho esa energía, obtendremos la que tiene cada uno de los rayos:


ERayo=6,95·1023 J


Bien, parece una energía considerable. Ahora preguntémonos qué aumento de temperatura produciría, pongamos, el 10% de esa energía (ningún láser es perfecto, seguro que este pierde energía) en una persona de unos 80 kg que estuviese, por ejemplo… en el conducto por el que sale ese rayo.



El calor específico del cuerpo humano (como acostumbro) lo he sacado del Chompoblog, y ahora, despejando de la fórmula que también aparece ahí:


T2-T1=Q/cem=2,5·1018 ºC


Bueno, desde luego a esa temperatura igual te va a dar tener una barra que no tenerla, lo más seguro es que cada vez que disparen el arma tengan que ir a recoger las cenizas de los controladores de… de algo, yo qué sé. De cualquier manera, un genio del mal mucho más poderoso también tiene sus propios láseres destructores, y ese está en nuestro tiempo y en nuestra galaxia… ¡Temed al Dr. Maligno y a sus tiburones con rayos láser en la cabeza!

viernes, 15 de enero de 2010

Va de planetas la cosa: Aquasilva

Hoy he podido comprobar que las grandes mentes piensan igual cuando, dispuesto a escribir la entrada que llevaba aparcada en mi cerebro toda la semana, he descubierto que ya la escribió otro alumno de esta asignatura el curso pasado. No obstante, he decidido que puedo afrontar el problema desde otro punto de vista, así que a ello voy.


Mi idea original era analizar la atracción gravitatoria que sufren los personajes de la trilogía de Aquasilva (escrita por Andselm Audley) cuando se encuentran sobre el planeta en el que se desarrolla la acción, el propio Aquasilva. Cuando hace 5 años abrí el primer libro y vi el mapa del planeta en cuestión, me chocó que dijesen que era un planeta mucho más grande que la Tierra, aunque en ese momento mi duda era como se desplazaban en tiempos razonables por semejante superficie. A día de hoy, me llama mucho más la atención la atracción gravitatoria de un planeta aparentemente parecido a la Tierra, pero con un radio de unos 16000 km. Sin embargo, dado ya se ha analizado la aceleración gravitatoria en cuestión aquí, he decidido ponerme de parte del autor y ver de qué tendría que estar hecho el planeta para que los habitantes del mismo (humanos, por supuesto) no pareciesen discos de jockey, es decir, para que la aceleración gravitatoria de la superficie sea 10 m/s2.


Lo primero que deberíamos saber es como es ese planeta. En la trilogía es descrito como un planeta cuya superficie está casi completamente cubierta de agua. Además, en las últimas páginas del segundo libro (Inquisición) se dice que la profundidad de ese enorme océano es de aproximadamente 18,5 km, con lo que ya tenemos un dato acerca de parte de la masa del planeta (como hay 5 continentes de tamaño diminuto en comparación con el océano, tomaré como aproximación que todo es océano). Sin más dilación, veamos la contribución del agua a la masa total:


magua = dagua·Vagua = 5,8·1019 Kg


Una vez que sabemos la masa del agua que hay en ese planeta, procedo a calcular la masa total necesaria para conseguir el valor de g terrestre en un planeta de esas dimensiones:


Maquasilva = g·Raquasilva2/G = 3,8·1025 Kg


Ahora, teniendo forma de calcular la masa de la parte del planeta que no es el agua de la superficie, paso a calcular la densidad de esa parte del planeta:


daquasilva = Maquasilva/Vaquasilva = 2222.5 Kg/m3


Si observamos la tabla de densidades que aparece aquí, veremos que la densidad obtenida se parece mucho a la del carbono, con lo que creo que no sería descabellado afirmar que ese es el material base del planeta. Sin duda, sus habitantes no tendrán demasiados problemas a la hora de encender fuegos.