Supongo que el título ya lo dice todo. En esta entrada voy a hablar de La humanidad en peligro (su título original es Them!), una película de 1953 que, como se intuye por su cartel, trata la existencia de hormigas gigantes creadas, como no, por la radiación de las pruebas de la primera bomba atómica. Estas hormigas habitan en el desierto de Arizona sin que nadie se percate de ello hasta que empiezan a atacar a la gente, dejando tras de sí cantidades industriales de ácido fórmico y pruebas del robo de azúcar. Por supuesto, la cosa se desmadra, y cuando destruyen el primer hormiguero (con napalm y por la mañana, al más puro estilo americano) se dan cuenta de que dos hormigas reina ya han huido volando, de modo que empiezan a buscar los dos nuevos nidos basándose en los vientos previstos.
Bien, dado que se mencionan dos tipos de hormigas gigantes (la obrero de 2 metros y medio de longitud y la reina de 4 metros), estudiaré cada una en una situación diferente. Emplearé a la hormiga obrero para comprobar, basándome en la ley de la escala, si es posible que exista una hormiga de esa envergadura, mientras que para la reina estudiaré si puede o no volar.
La ley de la escala establece que, conforme aumenta de tamaño un organismo en un factor x, su superficie aumenta según el cuadrado de x y su volumen según el cubo. El científico protagonista explica en un momento de la película que la hormiga más grande conocida tiene una pulgada de longitud (aproximadamente 2,5 cm) y que una hormiga obrera puede levantar unas 20 veces su peso. Suponiendo que la hormiga fuese un prisma de 2,5 cm de largo, 1,5 cm de ancho y 1,5 cm de alto, y estimando su masa en unos 5 gramos, la densidad de su cuerpo será de 0,88 gramos por centímetro cúbico. Partiendo de una hormiga de estas características y suponiendo que su densidad se mantiene constante durante el proceso de crecimiento, ampliémosla.
Ahora, nuestra hormiga ha aumentado su tamaño en un factor 100, de modo que su volumen ha aumentado en un factor 1000000, lo que quiere decir que ahora pesa 5000 toneladas más. Esta hormiga, en un principio, podía levantar 20 veces su peso (es decir, 100 gramos), pero aplicando la ley de la escala, se ve que la fuerza relativa aumenta de forma inversamente proporcional al tamaño, es decir, al crecer tanto pasaría a poder levantar solo 0,2 veces su peso... la pobre hormiga ha muerto.
Veamos si su compañera alada ha tenido más suerte. Cuando un cuerpo se desplaza a través de un fluido, aparece la llamada fuerza de sustentación (L), que es perpendicular a la velocidad. En el caso de aire, es la fuerza que permite que un cuerpo vuele. Su expresión matemática es:
Donde ρ es la densidad del fluido, V es la velocidad del cuerpo, A es su superficie y CL el coeficiente de sustentación (que depende de la forma del objeto y del ángulo que este forma respecto al fluido).
A la hormiga reina le asignaré una densidad igual a la de la hormiga obrera, y sus dimensiones aproximadas serán 4 cm x 2,4 cm x 2,4 cm. Su masa por tanto serán 20500 toneladas, y su peso (tomando el valor de la aceleración de la gravedad como 10) 205000 newtons. Así, la fuerza de sustentación tendrá que ser, como mínimo, igual. Conociendo la densidad del aire (0,001 gramos por centímetro cúbico) y la superficie de la hormiga (será 10000 veces su superficie original, casi 500000 centímetros cuadrados) , podemos estimar que su velocidad, en función del coeficiente de sustentación, será:
Para un coeficiente de sustentación de 1, la hormiga reina debería moverse a casi 29 metros por segundo para poder elevarse (suponiendo que, una vez en el aire, el aire la arrastrase), una velocidad nada desdeñable para un cuerpo que, como en este caso, no podría mover nada más que una quinta parte de su peso.
Y aún así, existe una hormiga que realiza proezas de mucho más mérito que estas, ya que levanta millones de veces su propio peso: